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Mi mañana

Como si se tratase de un asunto no tan relevante. Pero realmente lo es. Estoy impactado por aquello. Cuando amaneció por la mañana Su brisa me congelo la mano para no sentirme igual nunca más. Camine hacia el espejo para recordarme lo tan humano que soy como cualquier otro. Terrestre, claro que terrestre pero con una actitud celestial. Divina. El espejo me recuerda que no soy más ni menos que nadie. El agua sobre mi rostro humedeció más que eso, mojo todas las ganas de volver a abrazar mi almohada. Ya es hora –pensé- debo levantarme del sueño profundo en que mi vida se sumergió sin siquiera darme cuenta.

Mire hacia la ventana y los rayos del sol escaseaban ante tanta neblina que cubría el panorama. Era de esas vistas que se suelen perder en medio de las nubes buscando una razón para quedarse quieto por un rato más. Pero no hay tiempo para eso. Es hora –repetí silenciosamente- ya no hay tiempo para quedarse quieto y simplemente observar como suceden las cosas y no ser parte de ellas. Es tiempo de actuar. De moverse. De sembrar para luego cosechar. Un pensamiento como un flash cruzo por mi mente al recordar lo cómodo que es el sillón de la crítica. Aquel sillón que nos permite ver debajo de nuestro hombro a todos y a todas.

El desayuno me saco aquel flash de mi cabeza. El pan de la mañana me recordó lo afortunado de poder tenerlo en mi mano aquel día. No todos tienen este privilegio –medite-después de todo no me puedo quejar. No debo. No voy a hacerlo. Cuan bajo puede caer la condición humana que en cuestión de segundos se puede crear una especie de espejismo al creer que tenemos derecho de las cosas que nos han sido dadas por simple misericordia.

El orgullo –como aquel pan- tarde o temprano se termina. El amor dura para siempre. ¿Por qué pensé en el amor? Oh no! Otra vez. Allí me tope con esa incógnita que tiene una clara respuesta tacita pero aun no es concreta ni explicita en mi vida. No es de alarmarse, me refiero a mi compañera de vida. Aquel ser destinado a acolitarme en mis gustos y pisar el freno cuando vaya a la velocidad de los autos Ferrari.

Pero abrí la puerta y mejor decidí enfrentar el nuevo día recordándome las palabras mencionadas de rodillas antes de mirarme al espejo y sentir Su helada brisa en mi mano. La humildad no se compra en ningún lado. El amor si es eterno. Soy tan afortunado de tener un pan por la mañana. Los afortunados no estamos quietos. Caminamos, nos movemos, bendecimos. Y todo esto en una sola mañana…

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